oracion a maria santisima

Siete gracias que la Santísima Virgen otorga a las ánimas que le honran todos los días, meditando sus dolores, con el rezo de siete avenarías. Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, ya que todo un Dios se recrea en tan divertida hermosura. A Ti, celestial princesa, Virgen Sagrada María, te ofrezco en este día, alma, vida y corazón. Mar inmenso del amor, de paz y de felicidad, eres para el mundo entero, Virgen de Torreciudad. Esta oración apuntada a la Virgen de Torreciudad se reza siempre al finalizar la Bendición con el Santísimo que se festeja en el santuario, por norma general todos cada sábado y domingos del año. Dios te salve, María, llena de gracia, el Señor es contigo, bendita tú entre todas las mujeres y bendita tu muy santa Madre, Santa Ana, de la cual naciste sin mácula de pecado, y de ti nació Jesús, Hijo de Dios vivo que vive y reina por los siglos de los siglos.

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Oh Virgen Brillante

Considera el día de hoy cuán profundo sería el gozo de Santa Ana cuando viese ingresar en la Gloria a Jesucristo Dios, Hijo de María, vencedor del pecado y de la muerte. Según creencia piadosa, la santa resucitó con cuerpo glorioso al mismo tiempo de la resurrección del Redentor; y de esta forma, inmortal y llena de gloria, habiendo visto frente a frente a Dios, se apareció con Jesucristo a los demás beatos y a su querida Hija María, sumida en la soledad más dolorosa. Meditemos la alegría de tal Madre y también tal Hija; bendigamos a Dios que de manera tan maravillosa glorificó a la Madre de su Madre; y saludemos a todos y cada uno de los santurrones, que dichosos admiraron la gloria de nuestra Santa, a fin de que un día también nosotros, tras esta vida de miserias, observemos y admiremos en el cielo a la que es Madre bendita de María, Madre de Dios y Madre nuestra. Alabanza eterna y acción de gracias les sean dadas, mi Señor Jesucristo, que con tan enorme mansedumbre padecisteis por nosotros tan crueles dolores.

Oh María, Virgen Inmaculada, tómame bajo Tu protección más particular y custodia la pureza de mi alma, de mi corazón y de mi cuerpo. En esta oración revelada por Dios a santa Brígida, se alaban muy devota y encarecidamente todos los integrantes del glorioso cuerpo de la Virgen María, y sus virtuosos hechos corporales.

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Y entonces Dios Padre sometió a tu poder todas las cosas creadas, Dios Hijo colocó honoríficamente consigo a su dignísima Madre en muy sublimado taburete, y el Espíritu Santo os encomió maravillosamente, llevando a su glorioso reino a Vos, que sois su Virgen mujer. Alegraos por siempre y en todo momento, Señora mía Virgen María, por el hecho de que después de vuestra muerte estuvo pocos días en el sepulcro vuestro cuerpo, hasta que por el poder de Dios fue otra vez unido con honor a vuestra alma. Regocijaos, dignísima Señora mía Virgen María, por el hecho de que merecisteis ver de qué forma después de su Ascensión transmitió de repente tu Hijo a sus Apóstoles y acólitos el Espíritu Santo de que antes les había llenado toda, e ilustró estupendamente sus corazones, incrementando en el fervor del amor de Dios y la rectitud de la fe católica. Bendita seáis, Señora mía Virgen María, que toda vuestra alma estaba encendida sólo con el ardor del amor divino, y elevada con todo el poder de vuestras fuerzas, contemplando al altísimo Dios a quien por amarlo con mucha pasión le habíais ofrecido vuestra virginidad, cuando os fue enviado por Dios el ángel, y saludándoos os anunció la voluntad del Señor. A eso que respondiendo Vos muy humildemente, confesasteis ser esclava de Dios, y el Espíritu Santurrón les llenó maravillosamente de toda virtud. Dios Padre envió a Vos su Hijo coeterno y también igual a sí mismo, el que viniendo a Vos tomó para sí de vuestra carne y sangre un cuerpo humano, y de este modo en aquella bendita hora el Hijo de Dios se hizo en Vos Hijo vuestro, viviendo con sus miembros, sin perder la Majestad divina.

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Considera la alegría que la llegada del alma de Santa Ana causaría a aquella gran muchedumbre de los beatos que aguardaban la redención del Mesías; Ésta la veían ya próxima al hallare entre la que era Madre de la destinada a serlo del Mesías, la mujer bienaventurada que llevó nueve meses en su seno al Arca viva de la Nueva Coalición. ¡Cuánta sería la alegría de los santos Progenitores por las novedades que les comunicara Santa Ana sobre su Hija! Oh María, hoy una espada terrible ha traspasado Tu santa alma. Tu alma no se quebranta, sino es valeroso porque está con Jesús. Dulce María, une mi alma a Jesús, por el hecho de que sólo entonces podré resistir todas y cada una de las pruebas y tribulaciones, y sólo a través de la unión con Jesús, mis pequeños sacrificios agradarán a Dios. Muy dulce Madre, sigue enseñándome sobre la vida interior. Que la espada del sufrimiento no me abata nunca.

Contempla a nuestra Santa que, medrando en gracia, edad y sabiduría ante Dios y ante los hombres, fue desposada según práctica de los hebreos y admirable providencia de Dios con Joaquín, hombre santo como y descendiente de la Casa de David. Es casi irrealizable hallar una persona en el planeta que no quiera a su madre y más aún Dios que tuvo el privilegio de escogerla, en vez de esperar la que le correspondiese.

Señor mío Jesucristo, por el hecho de que con vuestros refulgentes y que tienen piedad ojos miráis benignamente a todos y cada uno de los que con verdadero amor de Dios les piden felicidad y clemencia; benditos sean, por consiguiente, nuestros ojos y párpados y vuestras gloriosas cejas, y toda vuestra amable y honestísima vista sea siempre glorificada por todo el celestial ejército de los moradores de lo prominente. Señor mío Jesucristo, pues vuestra esplendorosa frente jamás se separó de la recta justicia y verdad, bendita sea, ya que, ella, y alábenla por siempre todas y cada una de las criaturas en la regia y triunfal gloria.

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